La miro y la vuelvo a mirar y la verdad es que no me recuerda a nadie conocido. Vuelvo a salir, entrar y se me pega un dolor de cabeza, ya va, de repente se parece a la vecina esa, la que te pegaba, rompía y te robaba las muñecas. Y cuando tus papas descubrieron todas tus muñecas descabezadas, ya no te compraron más, te castigaron y tú no tenias la culpa.
Te tocó comprar muñequitas recortables de papel de su mesada para jugar a la muñecas. Esa niña de la esquina, ¿como se llamaba? Latricia. Y no hablo más de ella, porque se me pega el dolor de cabeza otra vez.