Martina y Jesús, son estudiantes de la facultad de deportes del Pedagógico de Caracas, ambos están trabajando en su proyecto de tesis, Jesús se dedica al estudio y la formación para el atletismo, mientras que Martina está trabajando en el proceso de formación en el área de rehabilitación y trabajo con las comunidades.
Martina y Jesús, además de compañeros de clases, son muy buenos amigos, y una de las prácticas que tienen es la de salir a correr juntos cada mañana en el parque Naciones Unidas. Sin embargo, esta semana habían decidido correr en la Plaza Madariaga debido a que estaban haciendo una remodelación en la pista del parque.
Mientras avanzaban, en su trote, Jesús colocó música en un radio que le había regalado su primo, para trotadores, de esos que se colocan en el antebrazo, y así estaban corriendo, mientras escuchaban música y disfrutaban del aire fresco, sin embargo, Martina de descuido, no vio un desnivel en acera de la plaza, se tropezó y cayó al suelo con mucha fuerza, lastimando su pie.
El dolor era tan grande, que decidieron llevarla a casa, sin embargo, después de un tiempo de reposo, ni el dolor, ni la inflamación bajaban, por lo que decidieron llevarle al médico, quien después de la radiografía y la revisión, le informó que se había roto uno de los huesos del pie con el accidente y que, por lo tanto, ella tendría que hacerse una cirugía menor en el pie, para que este quedara en óptimas condiciones.
Después de la operación, mientras Martina se recuperaba en casa, Jesús la fue a visitar, y la hermana de Martina, que la estaba cuidando ese día, decidió salir a hacer diligencia, ya que Martina no quedaría sola.
Jesús, al ver la cara de Martina, decidió prepararle una comida para compartir con ella, y comenzó a hacer deliciosas tortillas de maíz, acompañada de una ensalada de atún y agua de Flor de Jamaica. Y mientras Jesús cocinaba, estaba bromeando con Martina, quien estaba recostada en el sofá viendo televisión. Cuando miró a Martina, vio a un gato en el tejado de la casa de al lado, que miraba hacia la cocina de la casa de Martina, sentado muy cómodamente. Así que Jesús, señaló hacia la ventana y le dijo a Martina, “mi comida está tan buena que hasta los vecinos se sienten invitados”. Echándose ambos a reír.
Jesús, estuvo siempre acompañando a Martina, le dedicaba tiempo y atención, inclusive más que su mamá y su hermana, así que en el fondo él se estaba dando cuenta de que se estaba enamorando locamente de su amiga y compañera, sin embargo, aún no se decidía a actuar con respecto a eso.
Después de unos días, Martina comenzó a sentirse mejor y Jesús, después de tantos años, le propuso formalmente ser su novio. Ella aceptó encantada y juntos comenzaron a disfrutar de esa nueva etapa en sus vidas. Pero siempre recordarían esa mañana en el parque, donde ella cayó y él estuvo siempre a su lado, incluso cocinando tortillas de maíz y presumiendo de ella con los gatos en los tejados vecinos.
Gracias por leerme.