Eso si no podría haberlo hecho yo. Cuando decidí que emigraríamos la consigna mía fue o nos vamos todos o nos quedamos acá. Recuerdo que una tía me decía llévate al pequeño, que tenía 3 años y me dejas el mayor, y tan solo pensar en eso me revolvía el estómago.
Considero que estoy criando hombres independientes y capaces, pero perderme esos días de su infancia me resultaban una pesadilla que no hubiese podido tolerar.
Son realidades distintas, pero entiendo perfectamente ese sentimiento porque aunque no lo viví directamente, la sola idea de que sucediera ya me daba demasiado dolor.
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