La ciudad de Esoteria, conocida por sus sabios magos y su cielo colorido y nebular, se encontraba en un silencio inusual. Este silencio era un preludio sutil pero inconfundible del terror que se avecinaba.
Los ancianos, envueltos en túnicas oscuras y con miradas preocupadas, enviaron jinetes y aves mensajeras anunciando un peligro inminente que se cerniría sobre todo el tártarus.
Días antes, los magos de la ciudad del este, envueltos en capas oscuras y con ojos llenos de preocupación, se reunieron en el observatorio.
Miraron a través de sus telescopios y en un unísono murmullo anunciaron la llegada de una eclipsa inusual.
Formaron un concilio en el que determinaron que, durante la noche más larga del año, justo en el solsticio de invierno, este eclipse cubriría el sol por horas, alargando aún más esta noche que cubriría el reino en sombras y tinieblas.
Un murmullo de terror recorrió el tártarus cuando el mensaje fue anunciado, pues todos sabían que este evento estaba vinculado al presagio de los cuervos sombríos.
Las ciudades se prepararon lo mejor que pudieron, las aldeas y villas levantaron sus defensas, los aldeanos que tenían sus granjas se refugiaron en las fortalezas más cercanas esperando este fatídico evento.
El invierno se abrió paso, las nieves cubrieron todo el paisaje y por fin llegó ese temido día. La mañana avanzó lentamente hacia horas del mediodía y el sol se movía con cautela, como si temiera su propia desaparición.
Todos estaban atentos, aprovechando esos rayos de luz radiante, antes de que llegue la oscuridad y con ella, las criaturas del abismo que rectan por las sombras para devorarlo todo.
Fue entonces cuando los cuervos, en un vuelo caótico, descendieron en picado hacia la tierra, sus alas negras oscurecieron el cielo y sus graznidos llenaron el aire anunciando en coro funesto la llegada del Eclipse.
El sonido era intolerable, ensordecedor, una cacofonía que se clavaba como espinas en los corazones de los habitantes de las ciudades y las aldeas.
Con terror los tartenses vieron a las negras aves posarse en las torres, tejados y ramas de los árboles, sus ojos negros y rojos escudriñando entre las personas, viendo los rostros de quienes serían su alimento tras una muerte violenta y sangrienta.
Las calles, antes llenas de vida, se sumieron en un silencio sepulcral mientras los habitantes observaban con terror la congregación de estas aves ominosas.
El sol se oscureció, pero no por la llegada de la noche ni por las nubes grises del invierno.
Era un oscurecimiento antinatural creando una sombra que se cernía sobre todo el tártarus.
El eclipse proyectó una penumbra inquietante, transformando la tarde en un crepúsculo prematuro, arrojando al reino en una fría oscuridad.
La noche, la más larga en la historia del tártarus, cayó como un manto negro sobre el reino. Los cuervos, ahora inmóviles y expectantes, se posaron en los lugares más oscuros, heraldos de la muerte, mientras aguardaban pacientemente su festín.
Las leyendas del abismo y las partes más bajas del infierno cobraban vida en esa noche eterna.
Las sombras en cada rincón se convertían en un lugar de terror, mientras los habitantes temblaban, refugiados, abrazando a sus familias ante el presagio de los cuervos sombríos y la oscuridad que engulliría sus vidas.
La noche de los cuervos sombríos había comenzado, y con ella, una lucha por la supervivencia en un mundo sumido en la oscuridad.
¿Cómo enfrentarán los habitantes de tártarus este desafío?
¿Podrán sobrevivir a la noche más larga y oscura de la historia?
Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, los cuervos sombríos esperan pacientemente en las sombras, listos para devorar todo a su paso.
Continuará…
Este es un relato del autor Jose Angel Delgado Reyes con quien he aliado fuerzas para traerles este contenido, siendo completamente de su autoria la historia, y la puesta en escena, narración, masterizacion de sonido y edición de vídeo mi contribución para la puesta en escena de este material que uds disfrutan.
The city of Esoteria, known for its wise magicians and its colorful, nebular sky, was unusually silent. This silence was a subtle but unmistakable prelude to the terror to come.
The elders, wrapped in dark robes and with worried looks, sent horsemen and messenger birds announcing an imminent danger that would loom over all of Tartarus.
Days before, the wizards of the eastern city, wrapped in dark cloaks and with eyes full of worry, gathered at the observatory.
They looked through their telescopes and in a murmured unison announced the arrival of an unusual eclipse.
They formed a council in which they determined that, during the longest night of the year, right on the winter solstice, this eclipse would cover the sun for hours, lengthening even more this night that would cover the kingdom in shadows and darkness.
A murmur of terror ran through Tartarus when the message was announced, for everyone knew that this event was linked to the omen of the shadow crows.
The cities prepared as best they could, the villages and towns raised their defenses, the villagers who had their farms took refuge in the nearest fortresses waiting for this fateful event.
Winter made its way, snow covered the entire landscape and that dreaded day finally arrived. The morning advanced slowly towards midday and the sun moved cautiously, as if it feared its own disappearance.
Everyone was attentive, taking advantage of those rays of radiant light, before darkness arrives and with it, the creatures of the abyss that stalk through the shadows to devour everything.
It was then that the crows, in a chaotic flight, plummeted towards the earth, their black wings darkened the sky and their caws filled the air, announcing in a baleful chorus the arrival of the Eclipse.
The sound was intolerable, deafening, a cacophony that stabbed like thorns into the hearts of the inhabitants of the cities and villages.
With terror the Tartenses saw the black birds perch on the towers, roofs and branches of the trees, their black and red eyes scanning among the people, seeing the faces of those who would be their food after a violent and bloody death.
The streets, previously full of life, fell into a dead silence as the inhabitants watched in terror at the congregation of these ominous birds.
The sun was darkened, but not by the arrival of night or by the gray clouds of winter.
It was an unnatural darkening creating a shadow that loomed over the entire Tartarus.
The eclipse cast an eerie gloom, turning the afternoon into a premature twilight, casting the kingdom into cold darkness.
The night, the longest in the history of Tartarus, fell like a black blanket over the kingdom. The crows, now motionless and expectant, perched in the darkest places, heralds of death, as they patiently awaited their feast.
The legends of the abyss and the lowest parts of hell came to life in that eternal night.
The shadows in every corner became a place of terror, while the inhabitants trembled, taking refuge, hugging their families before the omen of the shadowy crows and the darkness that would engulf their lives.
The night of the dark crows had begun, and with it, a fight for survival in a world plunged into darkness.
How will the inhabitants of Tatarstan face this challenge?
Can they survive the longest, darkest night in history?
Only time will tell. Meanwhile, the shadowy crows wait patiently in the shadows, ready to devour everything in their path.
To be continue…
This is a story by the author Jose Angel Delgado Reyes with whom I have joined forces to bring you this content, the story being completely his author, and the staging, narration, sound mastering and video editing my contribution to the staging of this material that you enjoy.
(Using the google translate API)
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Music by Grand_Project from Pixabay
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This is my black cat "manclar", this hive name account is to honor his dead (it happened years ago).
The divisor is made by @albiro2050, if you want one made in your style, visit him and he will gladly take care of your commission.
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