Pront: "Pegajoso pero sabroso"

Hace unos años, me pasó algo que me preocupó un poco, y fue que en una tarde donde tuve mucho ajetreo y estrés en el trabajo, me sentí bastante mal. Y en medio del malestar me dio un bajón de energía y una amiga, al ver mi situación, me dijo que me sentara un rato, y se retiró, regresando a los pocos minutos con un café bien dulce.

Recuerdo que al tomar el café, me sentí mejor, pero lo sentía muy dulce. Mi vecina, me dijo, que le había puesto mucha azúcar al café, debido a que ella pensó que el malestar que sentía se debía a una baja de azúcar. Lo que sí puedo decir, es que ese café dulce me energizó y me dio energía para continuar.

Después de esa experiencia, siempre compraba caramelos o chocolates, y los tenía guardados en mi maletín, y en el momento que había estrés y presión en el trabajo, lo que hacía era colocar jazz, ponerme los audífonos, luego comía un dulce y me sentaba concentrado a producir y dar respuesta a las exigencias del trabajo.

Entre los dulces que solía comprar había unos caramelos artesanales, muy criollos, que eran hechos con papelón y jengibre, y realmente, era un caramelo muy pegajoso pero muy sabroso, y ese caramelo, tenía una mezcla de sabores interesante, ya que si es cierto, la raíz de jengibre rayada se sentía, su sabor fuerte quedaba disfrazado con lo dulce del papelón Y definitivamente ese caramelo, me ayudó muchas veces a alegrarme el día.

Hoy en día, ya habiendo pasado las décadas de los excesos, debo empezar a cuidarme la salud, y hay ocasiones en las que paro el consumo de azúcar, y parece mentira, pero algo tan sabroso y tan energizante como la azúcar, es realmente dañino para el cuerpo humano, cuando lo come en exceso.

De hecho, cuando paro la azúcar, después de unos días termino sintiéndome mucho mejor de salud, y hasta los dolores que me dan en la pierna que me lesioné cuando sufrí el accidente se me quitan, Pero siempre vuelvo a comer la azúcar, y casi siempre salgo de la dieta, comiéndome un dulce en una panadería perdiéndome en su sabor, dulce y su textura pegajosa, lo que lo hace adictivo.

Pero siempre vuelvo a esa relación, de abandonar y retomar el dulce. Lo abandono, cuando me siento mal de salud y comienzo a cuidarme y lo retomo, cuando por alguna razón decido consentirme a mí mismo, convirtiendo una relación con la azúcar y el dulce, de desprecio y amor, que cuando entra en crisis, la supero con el jazz.

Muchas gracias por leerme.

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