Érase una vez; siempre una vez, como empiezan famosas historias… En una bulliciosa ciudad que nunca dormía, en una de esas calles que muchos frecuentan de día y solitaria de noche. Vivía un peculiar hombre conocido por todos como «El Hombre de las Alubias». Su verdadero nombre se perdió con el paso del tiempo, alguno le recordará por el apodo «habichuela», otros utilizarán mal el término “emplumado”, ya que este hombre era un coleccionista de plumas que recogía en los parques y plazas de la ciudad que frecuentaba. Era una figura solitaria, no se metía con nadie, vivía su propio mundo.
Uno de esos días, El Hombre decidió asistir al concierto pop más esperado del año, con la participación de la mundialmente reconocida banda «Los Vientos Melódicos». Vestido con un abrigo adornado con plumas de todos los colores, «habichuela» destacaba en el mar de abanicos como un pavo real entre palomas. En el bolsillo de su traje negro, lucía una extinta pluma, su posesión más preciada, una única y delicada pluma que había encontrado flotando en el viento en un día que prometía nuevos comienzos, era su pluma de la suerte.
Cuando el concierto llegó a su crescendo, una ráfaga de cálido viento recorrió el recinto al aire libre, arrebatando juguetonamente la pluma del bolsillo, así como varias entradas en remolino, surcaban, el cielo. La pluma bailaba en el aire, girando y girando, como si fuera parte del espectáculo. El Hombre, presa de la angustia, persiguió la pluma entre la multitud, mientras su saco de frijoles negros rebotaba salvajemente a su lado.
En su persecución, tropezó y cayó, haciendo que el saco se abriera de golpe y las habas negras se esparcieran por el suelo como pequeñas perlas de obsidiana. La multitud presente estalló en carcajadas, no ante la caprichosa visión de las judías, sino ante la graciosa caída del Hombre. En medio de la cacofonía de risas y las vibrantes melodías de la banda, un silencio le envolvió mientras yacía allí, tirado en el piso, mirando su pluma, alejarse sin posibilidad remota de recuperarla.
La historia de «El Hombre de las Alubias», se convirtió en una leyenda susurrada en las calles: una historia cómica de un hombre que perdió su pluma, sus habichuelas y su dignidad en un concierto de pop. Pero para quienes miraron más de cerca, fue un trágico recordatorio de los sueños y tesoros que perdemos ante los caprichosos vientos del destino…
Érase una vez; siempre una vez, como empiezan famosas historias… En una bulliciosa ciudad que nunca dormía, en una de esas calles que muchos frecuentan de día y solitaria de noche. Vivía un peculiar hombre conocido por todos como «El Hombre de las Alubias». Su verdadero nombre se perdió con el paso del tiempo, alguno le recordará por el apodo «habichuela», otros utilizarán mal el término “emplumado”, ya que este hombre era un coleccionista de plumas que recogía en los parques y plazas de la ciudad que frecuentaba. Era una figura solitaria, no se metía con nadie, vivía su propio mundo.
Uno de esos días, El Hombre decidió asistir al concierto pop más esperado del año, con la participación de la mundialmente reconocida banda «Los Vientos Melódicos». Vestido con un abrigo adornado con plumas de todos los colores, «habichuela» destacaba en el mar de abanicos como un pavo real entre palomas. En el bolsillo de su traje negro, lucía una extinta pluma, su posesión más preciada, una única y delicada pluma que había encontrado flotando en el viento en un día que prometía nuevos comienzos, era su pluma de la suerte.
Cuando el concierto llegó a su crescendo, una ráfaga de cálido viento recorrió el recinto al aire libre, arrebatando juguetonamente la pluma del bolsillo, así como varias entradas en remolino, surcaban, el cielo. La pluma bailaba en el aire, girando y girando, como si fuera parte del espectáculo. El Hombre, presa de la angustia, persiguió la pluma entre la multitud, mientras su saco de frijoles negros rebotaba salvajemente a su lado.
En su persecución, tropezó y cayó, haciendo que el saco se abriera de golpe y las habas negras se esparcieran por el suelo como pequeñas perlas de obsidiana. La multitud presente estalló en carcajadas, no ante la caprichosa visión de las judías, sino ante la graciosa caída del Hombre. En medio de la cacofonía de risas y las vibrantes melodías de la banda, un silencio le envolvió mientras yacía allí, tirado en el piso, mirando su pluma, alejarse sin posibilidad remota de recuperarla.
La historia de «El Hombre de las Alubias», se convirtió en una leyenda susurrada en las calles: una historia cómica de un hombre que perdió su pluma, sus habichuelas y su dignidad en un concierto de pop. Pero para quienes miraron más de cerca, fue un trágico recordatorio de los sueños y tesoros que perdemos ante los caprichosos vientos del destino…
Ven y participa que aún estás a tiempo Cuéntame una historia
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El esgrimir una frase para obtener una historia no es cosa fácil, así que a ese usuario que mal intencionalmente ha downvote mis últimas dos publicaciones en esta comunidad, le hago saber que este es un material original y sin uso de IA como muchas otras publicaciones que he detectado, pero que si uno opina, te juzgan y desprestigian…
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Dedicado a todos aquellos que contribuyen, día a día, a hacer de nuestro planeta, un mundo mejor.
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