Hola, querido hiver.
Esta página de mi diario podría titularse “Edición Navidad”, dada la coincidencia con la celebración de la Nochebuena esta noche y la Navidad de mañana. Los cristianos celebramos el nacimiento de Jesucristo y, con él, la esperanza de un mundo mejor.
Esa esperanza era lo que, tal día como hoy, llenaba mi corazón cada año cuando era niña. Por entonces era una participante activa de la parroquia de mi barrio. Mis primeros recuerdos navideños se asocian a pasar la tarde recorriendo las calles junto a otros fieles. Algunos llevaban guitarras y, los más, agitábamos panderetas mientras cantábamos villancicos.
Era una gran satisfacción ver las caras de la gente cuando nos veían pasar o entrar en los comercios. De vez en cuando alguna persona nos daba pequeños aguinaldos en forma de golosinas o dulces. Y siempre terminábamos en una residencia de ancianos, cantando allí a los abuelos que se ponían muy contentos.
Tras el recorrido regresábamos a casa cansados pero felices, a esperar la cena que preparaba mi madre y a ver en la televisión el discurso que el rey de España Juan Carlos I dirigía a los ciudadanos. Esto se sigue haciendo hoy, aunque ahora lo da su hijo Felipe VI. Son unos 15 minutos de aburrimiento y palabras bonitas pero vacías. Supongo que se pretende instruir cierto sentimiento de nación unida. El caso es que no te puedes librar aunque cambies de canal. ¡Lo emiten en todos!
La cena consistía en platos similares todos los años. Para empezar, una taza de caldo caliente que entonaba el cuerpo y nos reponía del frío paseo de la tarde. Después había entremeses, que era lo que más me gustaba. Por si no los conoces, los entremeses consisten en un plato con varias clases de fiambres fríos y pequeños bocados calientes. Mi madre ponía salchichón, chorizo, jamón serrano, mortadela y queso acompañados de croquetas y calamares a la romana.
Tras los entremeses llegaba el plato principal, que solía ser pescado cocinado con alguna salsa. La verdad es que a mí nunca me ha gustado el pescado pero me comía lo que me ponían. Para terminar, el postre que llamaban pijama: un flan de huevo con de piña y melocotón en almíbar. Estaba riquísimo. Del melocotón siempre repetía. Y ya, mientras mis padres tomaban café, mi hermana y yo comíamos turrones y bombones de chocolate.
Al ser una noche especial nos acostábamos muy tarde. En aquellos años todavía no había llegado la tradición de Papá Noel a mi país y los niños recibíamos los regalos en la noche de los Reyes Magos. Así que no teníamos prisa por irnos a dormir.
Regresando al presente, hoy será una noche casi normal. Cenaremos mi marido y yo solos, bueno, acompañados de nuestro perrito Rocky. Sí cambiaremos el menú por algo más especial aunque sin excesos. Veremos el discurso del rey y los programas musicales o de humor que suelen emitir, y cuando nos entre el sueño a la cama y hasta mañana.
El día de Navidad lo pasaremos en casa de mis padres, donde iremos a comer. Allí nos reuniremos también con mi hermana y pasaremos la jornada todos juntos. Mi madre prepara comida para un regimiento y casi siempre nos llevamos algo de las sobras de vuelta a casa. Son tradiciones que ya se empiezan a perder, pues las familias ahora alquilan casas y compran comida preparada o se van a restaurantes. Pero lo importante continúa, que es el compartir juntos de un tiempo de celebración porque seguimos vivos. Feliz Navidad.
Aviso: Todo lo publicado en este post es de mi autoría, excepto los elementos en los que doy crédito a su/s autor/es. Por tanto, en caso de plagio o difusión sin mi permiso, ejerceré mis derechos de autor si así lo estimo oportuno.
Realizo mis fotografías con mi móvil iPhone, las edito en el editor de fotos de Mac y con la versión gratuita de la aplicación PicsArt.
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Hi, dear hiver.
This page of my diary could be entitled "Christmas Edition", given the coincidence with the celebration of Christmas Eve tonight and Christmas tomorrow. Christians celebrate the birth of Jesus Christ and, with him, the hope for a better world.
That hope was what, on this day like today, filled my heart every year when I was a child. At that time I was an active participant in my neighbourhood parish. My earliest Christmas memories are associated with spending the afternoon walking the streets with other parishioners. Some of us carried guitars and most of us waved tambourines while singing carols.
It was a great satisfaction to see the faces of the people when they saw us passing by or entering the shops. Occasionally someone would give us small gifts in the form of sweets or treats. And we always ended up at an old people's home, singing there to the grandparents who were very happy.
After the tour we would return home, tired but happy, to wait for the dinner that my mother would prepare and to watch on television the speech that the King of Spain, Juan Carlos I, addressed to the citizens. This is still done today, although it is now given by his son Felipe VI. It's about 15 minutes of boredom and pretty but empty words. I suppose it is intended to instil a certain feeling of a united nation. The fact is that you can't get out of it even if you change channel - it's on every channel!
Dinner consisted of similar dishes every year. To start with, a cup of hot broth that toned the body and replenished us from the cold walk in the evening. Then there were hors d'oeuvres, which was my favourite thing. In case you are not familiar with them, hors d'oeuvres consist of a plate with various kinds of cold meats and small hot morsels. My mother had salchichón, chorizo, Serrano ham, mortadella and cheese accompanied by croquettes and calamares a la romana.
After the hors d'oeuvres came the main course, which was usually fish cooked with some kind of sauce. The truth is that I never liked fish, but I would eat whatever was served. To finish, the dessert they called pijama: an egg flan with pineapple and peach in syrup. It was delicious. I always repeated the peach. And then, while my parents drank coffee, my sister and I ate nougat and chocolate bonbons.
As it was a special night, we went to bed very late. In those years the tradition of Father Christmas had not yet arrived in my country and children received their presents on the night of the Three Wise Men. So we were in no hurry to go to bed.
Back to the present, today will be an almost normal night. My husband and I will have dinner alone, well, accompanied by our little dog Rocky. We will change the menu for something more special but without excesses. We'll watch the king's speech and the musical or comedy programmes that are usually broadcast, and when we fall asleep we'll go to bed and see you tomorrow.
Christmas Day will be spent at my parents' house, where we will go for lunch. There we will also meet up with my sister and spend the day together. My mother prepares food for a regiment and we almost always take some of the leftovers home with us. These are traditions that are starting to fade away, as families now rent houses and buy ready-made food or go to restaurants. But the important thing remains, which is to share together a time of celebration because we are still alive. Merry Christmas.
Notice: Everything published in this post is of my authorship, except for the elements in which I give credit to its author/s. Therefore, in case of plagiarism or dissemination without my permission, I will exercise my copyright if I deem it appropriate.
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