Saludos a todos, espero que estén pasando un buen fin de semana, con salud y armonía. En mi blog hablo con mucha frecuencia de mi solar y de la vida animal y vegetal que abunda allí, y es que este pedacito de bosque es un espacio pleno de naturaleza y con gran variedad de especies. También, en posts anteriores, les he hablado de las tortugas de tierra o “morrocoyes” como les decimos en mi país, que nacen en esta área de mi hogar; y para hoy, les compartiré la última tortuguita que encontré esta semana, ya casi finalizando la temporada de nacimiento de estos animales, que va de mayo a julio de cada año.
Los nombres científicos de estos animales son Chelonoidis carbonaria para las tortugas de patas rojas; y Chelonoidis denticulata, para las de patas amarillas. Entre ambas especies hay pocas diferencias anatómicas, salvo el caparazón que es más claro en las tortugas de patas amarillas y más oscuro en las de patas rojas, y obviamente, las escamas de las patas que varían de color de acuerdo a la especie. Estos dos tipos de tortuga conviven en mi solar, y se reproducen cada año. Hay años en que las zarigüeyas, y quizás algún roedor, consumen los huevos, (que son enterrados en el suelo por las madres al ovipositarlos), o comen los ejemplares recién nacidos o juveniles. Así fue el año 2022, sin embargo, en el 2023 y 2024 he podido encontrar gran cantidad de tortuguillos. Según mis cálculos este año he podido recolectar alrededor de 40 ejemplares de diferentes edades, tamaño y especies. Muchos los he obsequiado a personas responsables, pues no los vendo, y otros están aún en mi casa, en una especie de guardería que habilito hasta que están más grandes.
Este ejemplar lo encontré oculto debajo de unas ramas cerca de la acerola grande, cuando yo estaba en búsqueda de setas. Es un ejemplar joven, quizás tenga dos o tres meses de edad. Lo ví allí oculto, y quise verlo con más detalle, así que lo levanté, aunque después lo volví a su mismo lugar, pues la “guardería” está llena, y creo que con la abundancia de agua y vegetación que actualmente hay, puede estar bien en el solar, por ahora no corre peligro por la disponibilidad de alimento para otras especies.
Al levantarlo se quedó muy quieta, estaba tranquila, pero recogió las patas, lo cual es un acto reflejo para protegerse. Al girarla pude ver que es una pequeña hembra. Esto lo sé porque su abdomen es plano, no cóncavo como ocurre con los machos. También noté que es un ejemplar de patas rojas, en esta foto puedes ver algunas de las pequeñas escamas de ese color.
Luego de verificar que la tortuguita estuviese bien, que no tuviese mordidas en el caparazón o las patas, de que sus ojitos estuviesen sanos, procedí a devolverla al mismo sitio, agradeciendo a la naturaleza estos pequeños tesoros que puedo encontrar en mi solar.
Aquí finalizo mi post de hoy, en el cual quise compartir con ustedes un pequeño tesoro que me encontré en mi solar. Saludos a todos, y recuerden que todos los seres vivos, son importantísimos para la vida en nuestro planeta. ¡Abrazos!
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